Alzheimer

Mi madre tiene Alzheimer, le fue diagnosticado en septiembre de 2009, pero empezó mucho antes.

Los principios fueron duros; los roles cambian, los hijos pasamos a ser cuidadores, y a todos nos cuesta aceptarlo, ellos pierden su rol, su poder. Y luego está el duelo en vida... pero lo que quiero compartir aquí es lo que me ha enseñado a mi esta enfermedad. 
Porque aunque te pueda parecer imposible, mi vida se ha enriquecido gracias a la enfermedad de mi madre.

He aprendido que una enfermedad NO es una desgracia, es un paso más en la vida, una curva del camino, o mejor, un túnel, el cual, por mucho que nos asuste hemos de atravesar. Y podemos aprender de ello.
A mi, el Alzheimer de mi madre me ha llevado a relacionarme con ella de forma muy distinta. Mi hermano y yo hemos tenido que entablar una nueva relación, una nueva manera de comunicarnos y de movernos con ella. Para empezar y para que lo entiendas, tiene que ver con seguirle la corriente y decir a todo que si, je, je, algo que no se daba mucho en nuestro currículo familiar....¡es la mejor manera de conseguir que haga lo que queremos!

La demencia de Dolors, que así se llama mi madre, me ha permitido comunicarme con ella de hermana a hermana, de amiga a amiga, he tenido el placer de conocer a la joven enamorada de mi padre, a la hermana solícita de sus hermanos, a la hija que adora a su padre, a la niña obediente de su madre, a la niña caprichosa que nunca fue..... ¡un privilegio!
Cada día, mi hermano, Hilda (la persona que cuida maravillosamente de ella) y yo, realizamos un viaje en el tiempo. 
Algunos días mi madre me recibe como si hiciera años que no nos vemos, otros, como si hubiera resucitado, y otros como si llegara de la cocina. Recibe mis muestras de cariño con una gratitud nueva, y me trata según el personaje que decidió ensayar, en esa obra de teatro tan peculiar llamada Alzheimer.

La verdad es que si paso más de un par de días sin verla la hecho en falta. Confieso que antes no me ocurría. 
A parte de las visitas diarias, cada viernes, mi hermano y yo nos la llevamos a pasear en el coche. 


Con ella hemos visitado lugares olvidados de la infancia, descubierto parques y rincones nuevos de Barcelona.... una enfermedad de la memoria ¡nos lleva ha recordar!
Los viernes por la tarde se han convertido en nuestra tarde especial, nuestra tarde familiar de la semana, y creo que los tres la disfrutamos un montón. Ella, desde luego,  la espera con impaciencia e ¡intenta repetirla cada día!

Si tienes algún amigo o pariente con Alzheimer, espero que este texto te ayude. 
Escríbeme si quieres, infórmate, pide ayuda, pero sobretodo, ves a verle, no te escondas, no pongas las dos excusas típicas que todos nos ponemos: "de todas formas no me va a conocer" "no sirve de nada decírselo porque no va a acordarse".
Dile que le quieres, despídete de quien fue y abraza a quien es ahora. No importa que no te "conozca", permite que te invente, que decida quién eres hoy. 
Muchas veces, que no sepan quién eres no quiere decir que no agradezcan tu visita. Mi madre a veces no sabe quien soy, pero sabe que me quiere.
No seas cobarde y atraviesa el túnel, o nunca sabrás que hay después.
Eso si, si vas a verle, acepta el reto, no pretendas que haga lo que tu quieres, a lo mejor tendrás que pasear, o salir al balcón en pleno invierno, o fingir que estás en el cine. Bueno, ¿y que? ¿es tan terrible? Ve con la mente abierta, sin ideas preconcebidas.  Si tienes niños llévalos, que sepan que hay personas enfermas que dicen cosas raras y que aún así las queremos. Prepárate y ¡disfruta del viaje!